Hubo un tiempo, antes de que La Ciudad Sin Ley hubiera siquiera intuido las grandes naves, en que los campos eran lo único que ocupaba estas tierras. Entonces, las verdaderas habitantes del territorio eran criaturas volátiles, ásperas, ligeras y de voluntad errante: los salicornios —o boches, como los nombraban los locales—, surcaban bancales, caballones y maleza empujadas por el viento, disfrutando de una libertad olvidada.

Fue en aquella época cuando alguien, por primera vez, pronunció el nombre de La Ciudad Sin Ley, en una expresión que ya nunca más fue olvidada. Quizá por aquellos chamizos que daban cobijo a los primeros talleres indocumentados. Quizá por las primeras chispas de lo que hoy es un territorio sin centro y con muchas almas.

Ha pasado más de un sesquicentenario desde entonces. Y hoy, Cuerpo de Guardia convoca una última aparición antes de la pausa estival. El Peor Bareto se prepara para acoger a quienes reconozcan el silbido seco de la planta nómada. Una noche en que todo lo que rueda encuentra un rincón donde detenerse. Una noche que lleva nombre de sal y raíz.

Estás convocado —solo por un día— a unirte como uno más de Cuerpo de Guardia, en una tarde-noche de viernes donde recuperar y revitalizar nuestro pasado se transforma en cultura compartida. Junto a Ciudadanos Sin Ley, Habitués, Ilustres y Forasteros.

Dress Code: Vestimenta para atravesar la calma antes del polvo. Prendas que no teman la brisa ni el recuerdo. Lino marchito, cuero blando, algodón heredado. Sombreros sin patria, pañuelos al cuello, suelas que han pisado bancales. Un detalle vegetal, una sombra larga, un gesto antiguo. Algo que vuele, algo que crujiría al secarse. Nota: Viste como si fueras a encontrarte contigo en una película que aún no se ha rodado. Donde rueda el salicornio, empieza la escena.